Hay sensaciones que no se pueden describir y cosas que al ser descritas abarcan tan poco que sentir resulta todo un privilegio.
Las cosas pueden ser borradas, definitivamente sí, pero sólo de la memoria, de la razón, lo consciente; el cuerpo sin embargo es otro cuento. Él siempre recuerda porque vivió y pasó por todo, él siente las caricias, las miradas, el rosar del viento, cada rayo de sol; en el cuerpo se dejan los rastros de todo, cada cicatriz tiene vida propia, cada una cuenta una historia que la memoria puede olvidar, evitar, bloquear, pero el rastro seguirá existiendo.
Ese día escuche esa canción, hace mucho no la escuchaba y la música tiene cierto efecto particular, fundamental y funcional en mí, escoger la adecuada es de vital importancia para tener un buen momento; íbamos en carretera todos y ella tenía sólo eso en su Ipod, no había otra opción que escuchar entonces, yo como siempre tenía mis lentes puestos y ese día me dolían un poco los ojos, tenía la mirada firme en el horizonte apreciando el hermoso paisaje del que me privaba hace algo más de dos meses, es un lugar paradisíaco que podría contemplar aún con asombro, por mas que viví allí diez años; cantamos a todo pulmón varias canciones viejas entre las que sonó la que desde que lanzaron es mi canción, entre risas y como si el tiempo no hubiera pasado gozamos diciendo “no sé Mafecita linda qué es lo que tengo en el corazón que ya no como ni duermo si no pensando solo en tu amor” muchas risas y cantábamos con la letra y con la pista y así con todas.
Llegó entonces la dichosa canción. No fue un pensamiento sino un actuar lo que me impulso a escribir y pensar detenidamente en eso; empecé a cantar como con todas “Me voy dejando todo lo que te di me voy dejando la vida aquí me voy llorando en calma” y todo bien, como mi canción, felicidad y buen ánimo.
“Me voy si en tus bolsillos ya no hay lugar para el amor que te quise dar no volveré a besarte”
y ahí fue, mi garganta se fue cerrando de a poquito y se me quebró la voz “pero no quiero que olvides que yo te seguí hasta el mar y una canción fue el amor que nunca hicimos” y todo se aclaró…
Ese tarde lo recordé después de no hacerlo durante dos cortos años, pero no recordé con caprichosa nostalgia como alguna vez lo hice, no recordé en imágenes ni momentos desagradables y oscuros entre los dos (lo único que hay para recordar), lo recordó mi voz con cicatrices de ausencia y gritando que desaparezca por completo. Me ocupe durante años en borrar su cara de mi memoria que olvidé que el cuerpo es fiel testigo y protagonista de todo; es su turno, ahora él también podrá ser libre de esa prisión a la que me condené por “amor”. Eras él a quién recordaba por la canción, siempre que no se sabe decir las cosas pero se piensa en ello, en algún momento la vida, una veja melodía, un atardecer en la playa, un libro que nunca imaginó leer, en un buen amigo, allí se encontrará la respuesta.
Esa canción lo dice todo, lo fue todo para mí y yo no fui lo suficiente, pero para nada me afecta, dejé que jugara el juego a su manera y yo era una ficha que hacía falta. Pero eso que la ficha despierte a mitad de la partida es complicado de manejar y debe frustrar un poco. “Me voy te amé con todo pero no hay más mi corazón tiene que parar me voy para salvarme” y me alegra mucho decirlo de nuevo.
Sé que aún puedo crear sentimientos bonitos por alguien, puedo tener ilusiones y anhelos, aunque no me interesa, prefiero seguir como voy, tranquila y cumpliendo de a poquito mis metas, es mejor así por ahora, pero sé que puedo y con eso soy feliz, no requiero de nada más.
F.