6/04/2011

Cuestión

Es Simple: los planetas se alinearon y la luna se escondió; el destino les charlaba, las coincidencias no paraban ni aquí, ni allá. Y qué carajos, las cosas estaban rara sí, pero no era para alarmarse, de lo contrario, el pálpito de mamá me habría dicho que hasta aquí fue, no va más, esto se terminó de perder. Sin embargo, no tenía ese tipo de angustia ni desespero y mis últimos sueños apuntaban a algo mejor, a la manera en la que debo celebrar mi próximo cumpleaños: Viajando. 

Aunque es curioso, como casi siempre lo es. Porque tan repentino cambio no era fortuito, no señor, esas cosas no pasan simplemente por la posición del planeta que nos rige o porque es jueves o porque sí; ¿qué hizo que las cosas revolotearan tan repentinamente en la cabeza de tan calmado ser, apacible y leal? De las curiosidades del cosmos jamás reveladas y menos nombradas, por aquello de “si no lo nombro no existe” pero es más el miedo a saber lo que sucede, lo que tras tanta extrañeza se guarda. Y puede –tan solo es una posibilidad– que la respuesta sea tan absurdamente obvia para quien pregunta -pues la tiene plasmada en el semblante- y no tolera escucharla. Comprensible –supongo yo– aunque mucho más discutible. Son cosas que dan más duro que repetir algo una y otra vez entre dormido jugando al fantasma. Ahí es cuando digo: ¿Para qué preguntar algo que no se quiere saber? Es tonto. Si no quiere saber no escarbe intensamente en la cabeza de otros, más si de antemano conoce la respuesta y teme una confirmación. 

Así que precioso ser, amado y adorado por estas letras, yo le he pregunto más de una vez al marciano, a Melanie, a Verónica, a Carmen, y ni Victoria tiene la más remota idea de qué está pasando en tu pequeño entorno. Salimos y entramos, nos sumergimos, esculcamos e indagamos y no encontramos una mínima respuesta; queremos saber lo que pasa, queremos tomarnos unas cuantas copas de vino y hablar como siempre para sentirnos en casa. Pero nada de eso, no sin antes entender lo que ocurre, lo que por la cabeza pasa. Yo quiero saber, por eso pregunto y lo grito calladamente porque así lo deseo; por eso escribí esto, por eso insisto precisar una respuesta, aunque sé que jamás va a llegar, menos si yo soy quien no tiene ni la más absurda de las ideas.