Estas sentada, estas cansada, estas pasmada... piensas, recapacitas, valoras las circunstancias, crees que algo puede no estar muy bien y que al fin y al cabo se termina el año y debes analizar todo lo ocurrido y así no cometer errores el año que llega (no los mismos errores).
Miras y miras la hoja que tienes en blanco y tratas de recordar todo el año, lo intentas mil veces, repasas la lista de nombres de tus amigos relacionándolos con rostros que pasan a gran velocidad por tu mente, miras y miras atónita pero nada, no sabes nada, es como si te levantaras y todo apenas empezara, como si nadie fuera conocido, como si tu vida empezara hace dos segundos que prendiste el PC, claro que sin tener muy claro como demonios sabías prenderlo.
Respiras por puro instinto, sabes que respirar te va a calmar y lo logras, la tensión se va. Sientes un poco de tranquilidad. Recuerdas entonces que era lo que estabas haciendo antes de entrar en ese momentáneo episodio de pánico por no saber quién eres.
Una vez te dijeron que para recordar relacionaras objetos a momentos, entonces miras por la ventana, es lo primero que hay al girar la cabeza a la derecha. Está lloviendo, sonríes y recuerdas cuanto amas la lluvia, cuanto deseabas estar bajo ella y olvidar todo lo que no te hacía bien, todo lo que no querías y que te dañaba el estado de ánimo o que arruinaba conversaciones encantadoras con personas encantadoras en lugares encantadores y acogedores, no puedes evitar que esos pensamientos te lleve a una hora en especial, una particular situación y que uno de los tantos nombres y rostros concuerden y adquieran sentido e importancia; tu pequeño corazón no puede mas que encogerse por la presión que se desata en tu pecho. Lloras y miras la lluvia caer. Deseas ser lluvia, correr libre y sin presiones en el pecho.
No puedes más y consideras mejor intentar otra cosa.
Vas a tu cama, allá siempre en las noches recordabas lo que hacías en el día y soñabas con lo que podría convertirse en futuro, todo lo que podías y querías hacer. Allí, como cada noche intentas hacer lo que crees debes hacer, pero no, no logras encontrar ese rincón especial que te arrulla como a un bebe, en lugar de eso das vueltas como loca y entras en desesperación, te sientes paranoica y crees que algo malo debe estar ocurriendo contigo para que estés así. Te paras de la cama y caminas de un lado para otro como un león en su pequeña jaula, te sientes encerrada, acorralada, perdida, deprimida, olvidada y ofendida por ti misma.
¿Ahora qué?
F.