Cuando llueve ella es feliz mirando las goticas rodar por los cristales revoloteando libres, como cuando sonríen los ojos de él a sus espaldas y los abrazos se hacen esperar entre deseos inacabados. Es feliz cuando se forman imágenes con las goticas mientras se resisten a caer desconsoladas por una fría y plana superficie, solas y sin saber que les depara su suerte, sin pensar si seguirán existiendo o si aquél que las vio resbalar con tierna y armoniosa suavidad recordará en un futuro que ella bailó en sus ojos y compartió con él un instante de sensual intimidad.
Ella ama la lluvia, ama esa sensación que despierta en sí cuando la temperatura poco a poco va menguando y siente ese fuerte olor a humedad entrar por sus poros y hace estremecer todo su cuerpo. Es entonces cuando quiere una taza de chocolate caliente y ver una película junto a él, o ella o con los dos, o sola, al final eso resulta ser un formalismo más, la magia realmente empieza cuando sabe va a llover y su corazón late con fuerza pretendiendo salir de su pecho por la ansiedad y así ver las pequeñas goticas en el cristal e imaginar sin limites, sin pensar en tiempo o en razones o en por qué o en preguntas que sin motivos surgen y no son para el momento, nada perturba ese instante, nada cambia esa situación, nadie puede crear eso.
Ella fue feliz hoy con la hermosa tormenta que habitó en la tarde su mirada.
F.