3/23/2011

Capítulo 7. Rayuela. Julio Cortázar


Este, entre tantos otros, diría es mi capítulo favorito.
Siempre he pensado que él escribió para mí. Siempre que lo leo lo siento así, hablándome al oído y susurrando cosas tan hermosas como lo dice en este audio que por azares encontré. Un bonito regalo en una noche helada.

3/19/2011

Los conocidos, el extraño, un amor... Yo.

Todo lo siento más que antes. Hoy volví, pero esta vez le sentí distinto; nos sentí diferente, más entrañable, como si fuéramos uno solo. Las palabras realmente sobraban y las miradas dijeron más de lo que queríamos. Primeros planos con detalles que enamoran instantes olvidados para no terminar la magia; coquetear y él entendiendo el juego hacerlo todo aún más interesante; intercambiar papeles y dibujar animalitos raros en la espalda; besar con delicadeza su nariz casi sin sentirla y hablar de un futuro que no existe por el placer de soñar juntos. 


Me despierto contrariada, anonadada y con un sentimiento vacío al no tenerte a mi lado, aún sintiendo la sangre tibia y la sensación de tu abrazo siempre difícil de olvidar. El marciano siempre lo hace, siempre. No debería quererte tanto, no de esta manera, no bajo estas condiciones y con estas circunstancias. Si sigo sintiéndote así, si continúo amando y odiando tanto de los dos, de nosotros, de ti, de mí, de ambos, creo que va ser complejo manejar lo que siga. Va se aterrador vivir bajo el mismo techo, tomar decisiones, pasar las calle y comer; hacer el amor bajo la rutina y desear despertar en otro lugar. Darle nombre a nuestros hijos (¿tener hijos?) Nuestro legado, una parte de ti y de mi junta para siempre y con vida propia. Esa será otra cosa en la que no estaríamos de acuerdo. Visitar a tus padres o los míos, salir con tus amigos o los míos, los míos, lo mío; los dos; podríamos hacer un concurso y elegir unos cuantos para que sea más fácil, los llamaríamos de forma especial para saber que son ellos y no otros. Le pondríamos reglas a todo para no sobrepasar los límites de la vida y encausarnos en algo, aunque poner reglas ya es cruzar un límite imperdonable. Iremos a bodas, cumpleaños, navidades y demás festividades por nuestra cuenta para darle aire a esta relación. Nadie deberá saber nunca que esto va en serio, o que existes, o que nos conocemos de algún lugar; no recibiremos ayuda en nuestros dilemas jamás. No, definitivamente eso no. Y es que si nos sigo sintiendo tan cercanos ya no voy a saber qué parte eres tú y qué me corresponde a mí. El enredo se hace inconmensurable y no sé qué pensar, ¿o eres tú el que está pensando y yo escuchando? Ya no nos distingo. Nuestras fronteras se han ido borrando noche tras noche y algo amorfo va creciendo, ¿será amor? ¿Odio? ¿Estupidez cósmica? Muchas veces lo escuche, es Un atolondramiento genérico con múltiples expresiones sensitivas incontrolables y satisfactorias, aunque momentáneas. Si decía algo sobre el amor me quedaba pensando toda la mañana en ello, repitiendo una y otra vez para darle sentido o alguna explicación  coherente pero nada pasaba, nunca pasa. 

¿Y en qué termina? En nada. O tanto que resulta nada, en tanto que la nada es mucho. Palabras sueltas sin sentido que si se saben escuchar encuentran lo que realmente quieren saber, como tu mirada en la mía, como tu mano en su pantorrilla bajo el mantel y tu boca en mi cuello susurrando barbaridades; como su deseo en los tacones escarlata y el porcentaje en sus caderas. Todo termina y ya, sin más, con ese todo en la nada.

Nos sabemos uno y nos entienden como varios. Nos miramos y nada más.