4/02/2012

No era ella, la razón.

Le preguntaba que pasaba y no decía nada. Miraba al suelo, movía las hojas regadas por todas partes con desgano  y de cuando en cuando soltaba un suspiro tímido, como intentando acabar el tiempo más rápido y no tener que dar explicaciones. Ya no había sonrisa, ya no existía el encanto; no se sentía. -¿Por qué no sonríes más?- No lo sé. -¿Hice algo?- Supongo. -¿Monosílabos?- Siempre. Y la verdad no era ella, no era la razón. La vida iba cambiando y sin pensarlo nos fuimos por caminos distintos, era lo que deseábamos pero no decíamos, menos lo exigíamos. -Me importa cinco lo que hagas, es tu vida.- Sí te importa, por eso me miras con esos ojos que reconocería en la oscuridad. -Claro que no me importa, por eso no te digo nada y me alejo, para no ponerme pesado y hacer un drama.- Pero lo estás haciendo con ese silencio que no era incómodo y que sabíamos disfrutar. -¿No te ibas ya?- Ya no. -Me voy yo entonces.- Espera, sonríe para mí aunque sea por última vez. -¿No te cansas de esto?- ¿De qué?

Las preguntas, la rutina, las ganas absurdas de estar el uno encima del otro y sacar toda la furia de su interior; momentos excusados, manecillas de relojes que atormentaban estáticas, discretas, aterradoras  y ninguno podía hacer más que intentar malograr una batalla. Sin sentido, sin ganas, sin éxito. -Adiós.- Vamos, no seas patética (reía). -También ridícula, gracias por notarlo.- Dame un beso mi ángel, dejemos todo ya mismo y hagamos el amor hasta que no podamos más. -Sólo quieres follar y largarte, espera a que yo quiera lo mismo a ver si sigues riendo.- ¿No quieres? -Sí.- ¿Entonces cuál es el problema? -No contigo.- Una y otra vez, recuerdos, deseos, memorias, años luz. ¿Por qué no reían?, ¿por qué no se miraban como antes?, ¿Por qué las peleas?, por qués y otras tantas cosas. -Eres hermosa.- Tú eres hermoso. -Te traje esto, espero te guste.- Me encanta, te adoro. Encuentros y des encuentros. El amor y su pasión irracional. El dolor y esa punción de morir en cámara lenta.

Sueños que tenían, viajes que programaron, promesas que rompieron y volvieron a hacer para que todo se arreglara. Agotamiento físico-metal de tanto sentir, de crear un mundo mejor, de saber que el mundo era mejor. Mensajes, sensaciones, dolor. -Cásate, ten hijos y jódete la vida.- Eso es justamente lo que pienso hacer. -Pero no conmigo.- Jamás. -¿Por qué eres tan egoísta?.- Lo soy porque me quiero. -¿No me quieres entonces?- ¿Vas a empezar con el drama? Shows para la tele, a mí déjame tranquila. -Te prometería cuidarte para toda la vida.- Te prometo olvidarte por el resto de la mía. -Zorra.- Imbécil. -Despreciable.- Bésame. Un tirón y un regalo. Un vicio tras otro, un innegable no saber hacer.

Círculos viciosos, humores cálidos y un jugo de mandarina. Es eso lo que pasaba. No sabían qué había y pedían mandarinas. -Porque son bonitas. -No lo son pero saben bien. -Sólo lo haces para molestarme. -Todo lo hago por que te amo.