11/27/2010

En el Rim Café

Melanie está en el balcón de su apartamento escribiendo un nuevo capítulo de la novela que pretendíe publicar. Al lado izquierdo hay una pequeña mesa, sobre ella, un portarretratos con la foto de una pareja. Melanie se queda mirándola y sin poder controlarse deja a un lado el computador y se tira en el sofá mirando hacia la ventana. Abraza con fuerza uno de los cojines color crema que hay a su derecha, cierra los ojos y la vocecilla en su cabeza comienza la masacre.


“A veces me quedo aquí en medio de la nada pensando en los sueños de los que hablamos tantas veces durante esos dos años; se siente amargo pensar sola, era mejor cuando nuestras cabezas se encontraban y fluían los pensamientos a través de ellas. Todavía te espero en nuestro sueño favorito, el que siempre dijimos haríamos realidad, aquél que te conté cuando desperté en la madrugada con una sonrisa cruzando mi rostro entre tus delgados pero fuertes brazos, te besé el cuello con ternura hasta que despertaste y me diste un profundo beso como sólo tú lo puedes hacer. Ese sueño que por lo absurdo que sonaba dio inicio a todo esto, mi absurda iniciativa. Aún voy al Rim Café y pido un croissant con café Colombiano, tu simpático chiste.

Qué frustrante se siente. Qué doloroso es recordarte sentado frente a mí con unos lentes oscuros y esos labios color rosa que me hacían perder minutos valiosos de tu calurosa mirada color miel.

El otro día te vi con ella, es rubia, siempre te gustaron las rubias más que las pelirrojas, aunque tu fantasía era estar conmigo y una francesa. Siempre voy a querer cumplirla. ¿Por qué nos obsesionamos tanto con Francia? Creo que estabamos locos, a lo mejor por eso nunca pasó. Tú querías una amante, yo quería encontrar el amor.

No me gusta verte, aunque lo necesito.

Me duele cuando tengo estos ataques de pánico por pensar que algo malo te pasa o imaginar qué estarás haciendo en este momento, la ansiedad me descontrola y me provoca faltar a mi palabra para saber de ti, más cuando no logro verte por lo menos de lejos... Aunque sea junto a ella, eso resulta mejor que no verte jamás. No sentirte cercano, no extasiarme de ese aroma inigualable que desprendes y al que me aferro para decirme una y otra vez que sí fuiste real, que muchas veces fuimos uno solo; que mis manos tocaron tu rostro, que mi ojos se perdieron en los tuyos y que fueron miles los besos que nos dimos.

Ahora odio los silencios, me lastiman.

Contigo los silencios eran encantadores, ahora me recuerdan una y otra vez que fui yo la que dijo NO tantas veces y por eso, dijiste no poder más; porque deje que te fueras tras unas caderas que estaba dispuestas a manipularte y a obligarte a cumplir cuantos caprichos se les ocurrían. Nunca fui buena para eso.

Pero algo tengo claro, si tanto me duele es porque llegó el final, porque sé que nos perdimos. Sí en algún momento coincidimos en París, te esperaré en el Rim Café con el croissant y una de esas sonrisas que me dijiste tiempo después, te hacían falta en las mañanas.”


Melanie se siente un poco sobresaltada, se cubre el rostro con las manos y respira profundo hasta regular la respiración mientras cuenta hasta diez. Era hora de continuar con la novela si quería publicarla algún día.



http://www.youtube.com/watch?v=T7PX3E_-rwk


F.

11/02/2010

Encuentro falaz

¿Qué podría ser lo que pasa? Frustración, nostalgia, capricho, deseo… ¿Amor? Agh, fue una madrugada maravillosa, fue una de esas pocas en las que los instintos primaban y la poca razón no dejó que todo llegara a extremos.


Y es que no es algo que se pueda premeditar; de la nada las miradas y las respiraciones lentas proponían algo que con una buena dosis de alcohol daban por ganada la partida. Pero ¿quién lo imaginaba? La razón no se había ausentado por completo y los deseos imperaban a los sentidos a que dieran la batalla que habrían deseado y podido ganar. Movimientos bruscos pero certeros, arranques apasionados, miradas penetrantes, besos contra su voluntad, dominación ¡TOTAL! Y nadie se quejaba. A ninguno le importaba estar en un lugar abarrotado de ojos curiosos y deseosos de acción en una madrugada como tantas en aquél lugar. Pero no es para menos, allí hacía lo que le daba la gana, allí reinaban sus ojos y eso era suficiente para aquellas morbosas, prejuicios y reprimidas miradas.


De repente había pasado algo y el tiempo avanzó sin piedad; ya no había gente. El lugar estaba casi desierto pero los deseos jugaban con ese denso humo blanco que rellenaba el sitio. Un par de sujetos se miraban fijamente mientras unos pocos se quedaban escurriendo las gotas de alcohol de cuantas botellas encontraron, aquellos eran testigos ausentes de una mirada, un beso y un taxi con el que fue arrojado un bulto de carne con tal violencia que hacía aumentar paulatinamente su excitada respiración. Entran dos cuerpos que querían ser uno solo y a media lengua indican el destino del viaje prohibido. Llegan a un lugar poco recordado y cada dos pasos hay un abrazo profundo que les llena de fuego y quema la ropa. Agarran como lo que es propio y hacen con ello cuantas cosas podrían inspirarles el alcohol y los deseos dormidos. 

¡Pero cuán mal hacían y poco sabían! 

Pasaban las horas y a las afueras de una puerta jugaban como policías curiosos el uno con el otro. ¡¡¡Sentir, sentir, sentir!!! Era lo único que permitía el momento. Buscaron como locos las llaves de una puerta sin nomenclatura para no ponerle fecha ni al suceso ni al lugar.;no dieron nombres para no condicionar las emociones y sensaciones; no formularon preguntar ni pretendieron respuestas para no pensar en nada más que el momento.


Atravesaron entonces aquél umbral y la oscuridad los cubrió. Unas escaleras se asomaban y poco les importaba; ansias se notaban, manos se mordían, exploraban, sentían, vivían, olían, percibían y observaban mejor que sus propios rostros llenos de inconciencia y morbo. Gemidos sutiles acompañados de sensaciones viajando por su entorno cargado de energía emanada por cuerpos reencontrados y añorados.



El reloj les marcaba las 5:30 am y al final había un poco de control. Decisiones apresuradas y parecía que todo iba a terminar antes de comenzar. El azar daría la solución a un dilema moral por no hacer más daño del que la entrometida razón gritó en medio de un suspiro por un pasado olvidado y bien dolido en un pecho remendado de ilusiones tontas que unos ojos coquetos le lanzaban e invitaban a vivir sin reprimirse, sin ahogarse y sin peligro; unos ojos que querían hacer de esa madrugada lo que en sueños intentaba recrear e insinuaba cada que podía.

¡¡Ay razón traicionera!! ¡¡No te rodees de la nostalgia caprichosa porque parece que fueras como ella!!

Después de dar vueltas y más vueltas entre plumas y pulcritudes, el sueño consoló el fuego que quemaba sus entrañas.



El tiempo, buen enemigo, aniquiló toda esperanzas... Un corazón que pudo ser herido vive ahora ignorante de aquello que no terminaré de relatar porque realmente nunca va a pasar, pero para ellos, fue tan real como releer memorias en las tonadas de una canción.


F.